Islarios_de_contemporaneidad_Anomia_digital_y_crítica_de_perspectivas_múltiples

Islarios de contemporaneidad. Anomia digital y crítica de perspectivas múltiples

Autor del libro publicado en la colección Ad Hoc del CENDEAC

Pensar lo contemporáneo desvela lúcidas perplejidades y un piélago de complejidad, por lo que el naufragio acecha, si no se establece una ruta concreta.

La travesía que propone este libro busca sumergirse en lo digital para explicar su esencia y la desorientación que ha provocado, con el objetivo de valorar los motivos de este malestar y descubrir costas de buena esperanza.

Este viaje tiene inicio en una concepción del mundo continua, uniforme y homogénea, que se ve fragmentada en un acelerado paisaje de imágenes y simultaneidades. Asumir esta realidad implica su análisis, pero también recrear una experiencia que afecta inevitablemente al propio relato.

Como consecuencia, aparecen unas “islas”, con el arte como escenario, que constituyen un elocuente archipiélago. De esta manera, el tipo de crítica presente en las conclusiones deviene estrategia narrativa para comprender lo contemporáneo más allá de las inestabilidades de partida.

Solamente queda que cada lector trace su propia cartografía, esperando que este libro sea una buena atalaya para sus horizontes.

Índice

#0 Introducción
Pensar lo contemporáneo
Islarios como forma narrativa 

#1 Cartografías de inestabilidad
Terra Infirma
Outwardly from Earth’s Center
Venetiae pars I: Architettura immaginata 
Cartografías contemporáneas

#2 Hacia la era de Hermes
El paso a una nueva época
· El ojo alado
· En perspectiva: homogeneidad y continuidad
· Desestabilizaciones sociales
De la metrópolis a la esfera pública
· El París del siglo XIX y la aparición de la multitud
· Vida en común
· Esfera pública
La era de Hermes
· El mensajero
· Iconosfera global
· Apocalípticos e integrados

#3 Orden y discurso
Cultura porqueria 
Bologna Towers                                                              
Desacuerdos  
Altermodern 

#4 Percepción del mundo en la sociedad red
Marco conceptual de la sociedad red
· Cronología y léxico de un nuevo paradigma 
· Todo fluye en la sociedad red 
¿Desde dónde percibimos?  
· Virtualidad     
· Ubicuidad  
· Tiempo atemporal  
· Crisis de la razón cartográfica y ciberesfera    
Prolegómenos de la imagen digital  
· De la fotografía a la postfotografía 
· Imágenes autorreferenciales y en gerundio 
· Crítica para el mundo imagen 

#5 Imágenes de la ciberesfera
Lutetiae Parisiorum pars I: La Vitesse & Les immatériaux
La conquista de la ubicuidad
Systems of Systems
The File Room 

#6 Panoramas de la anomia digital
Marco conceptual de la anomia digital 
· Anomia
· Glosario de la anomia digital
Anomia desde un punto de vista social
· Enfermos de velocidad 
· Del reflejo de Narciso a la personalización masiva
· Big data como Big Brother
· Resistencias al imperativo tecnológico
Anomia desde un punto de vista psicológico
· Visualizando el mundo
· La atención ya no es lo que era
· Cambios neurológicos
Anomia desde un punto de vista gnoseológico
· Externalización de la memoria y mal de archivo
· La desaparición de la teoría y del autor
· De la brevedad a la reducción de la pluralidad
· La era de la desinformación

#7 Iluminaciones hacia un horizonte social
Index     
La condition post-photographique  
Duty-Free Art                  
Postvérité

#8 Hacia una crítica de perspectivas múltiples 
Crítica y multiplicidad
Hacia otros islarios

#9 Rutas de contemporaneidad  

#10 Agradecimientos 

#11 Índice de nombres

#12 Fuentes

Principales reseñas

Antonio Fernández Vicente: Le monde diplomatique, (diciembre de 2021), p. 31:

A modo de ensayo experimental, Pedro Medina nos propone un viaje por lo contemporáneo no tanto para hallar respuestas como para formular las preguntas adecuadas. En una época como la nuestra, marcada por la sensación de inestabilidad y un creciente malestar, «la vida ha ganado en incertidumbre, pero también en fascinante posibilidad». Para pensar el propio presente, Medina traza múltiples itinerarios en un libro que alterna el ensayo filosófico y sociológico con la narrativa poética de tendencias artísticas, de Bologna Towers de Greenaway a Charles Sandison, de la crítica de la velocidad en Virilio a la posfotografía de Joan Fontcuberta.

La estructura del ensayo sigue la estela fragmentaria de Italo Calvino, Cortázar o los senderos que se bifurcan en Borges. Así, la lectura de los problemas formulados en el texto, tales como la anomia digital que atraviesa cualquier campo de experiencia hoy en día, puede ser reconfigurada por el propio lector para que cartografíe e interprete «una realidad plena de perspectivas y metamorfosis» en el contexto proteico de la sociedad red.

En ocasiones, la forma y el contenido de un ensayo confluyen felizmente para proyectar nuevos e inesperados itinerarios y recorridos que rechazan «la existencia de un único sentido transitable», y es el caso de Islarios de contemporaneidad. No se trata únicamente de una crítica que diagnostique los motivos fundados o infundados del malestar en el presente, sino de contar con herramientas de pensamiento para imaginar otros modos de realidad desde el sentido de posibilidad musiliano: «Se defiende así la multiplicidad de puntos de vista como acercamiento idóneo a una realidad compleja y cambiante, no dando consignas ni juicios cerrados al lector, sino perspectivas para que saque sus propias conclusiones.

Miguel Cereceda: «Pasar la mano por el lomo» (mejores libros de arte de 2021), ABC Cultural, (18/12/2021), pp. 20-21:

¿Qué significa ser contemporáneo? ¿Cuáles son los rasgos fundamentales de nuestra cultura? ¿Cómo se construye y cómo se relata la Historia? Pedro Medina aborda el diagnóstico de la cultura contemporánea como una especie de viaje, a medias entre la ficción, la navegación, el arte y la sociología, en el que traza una cartografía como de un archipiélago, que partiendo de la isla Utopía se lee a saltos, como la ‘Rayuela’ de Cortázar.

Miguel Cereceda: «¿Qué quiere decir ‘contemporáneo’?», Artecontexto, (15/03/2022):

¿Cómo hacer frente a la contemporaneidad? ¿Cómo enfrentarse con lo contemporáneo en el pensamiento, en el arte o en la política, cuando el propio concepto de lo contemporáneo se nos presenta tan contradictorio, tan evanescente, tan fluido? Si contemporáneo es estrictamente lo que está sucediendo ahora mismo, entonces lo contemporáneo no existe propiamente en parte alguna. Ese “ahora mismo” es pura fugacidad. De hecho, nada es tan fugaz como lo contemporáneo. Nada pasa tanto de moda como lo que está de moda.

Pedro Medina es doctor en Ciencias de la Cultura por la Escuela Internacional de Altos Estudios de Módena y Licenciado en Filosofía por la Universidad de Murcia. Desde hace muchos años es profesor y colaborador en el Istituto Europeo del Design, tanto en Madrid como en Turín. Su libro Islarios de contemporaneidad es un intento intelectualmente apasionante de hacer frente a la pregunta qué significa ser contemporáneo. Para ello el autor se sirve, como modelo crítico, especialmente de la historia del arte contemporáneo. 

Como la historia en general, la historia del arte ha venido siendo relatada según el ideal monárquico. Dinastías de reyes que transmiten el cetro y la corona a sus hijos varones, bajo cuyo reinado se producen determinados acontecimientos, y que entran en guerra con unos u otros países. Del mismo modo, la historia del arte ha sido también relatada como la historia de los grandes artistas varones (pintores, escultores y arquitectos) que transmitían el cetro de la creación a sus discípulos. Todavía el gran arte del s. XX era relatado de este modo (Cézanne, Picasso, Pollock, Andy Warhol, etc.). El carácter patriarcal (o directamente machista), etnocéntrico (o directamente racista), teleológico, lineal y progresivo de este modelo ha sido denunciado en reiteradas ocasiones. Y por tanto, poner en cuestión este tipo de relato no solo consiste en mostrar sus contradicciones y en denunciar sus múltiples carencias, sino que también exige pensar un modelo alternativo. Y este es el ambicioso reto intelectual abordado por Pedro Medina en este libro.

El autor piensa la Modernidad como inauguración de la espacialidad. La globalización solo se hizo posible gracias a la cartografía. Como quiere Peter Sloterdijk, el viaje de Magallanes alrededor del globo es el principio de la globalización contemporánea.

Pero la Modernidad también penetra a través de la introducción de la perspectiva lineal en la pintura. “En la época moderna  -escribe- la realidad deviene copia del mapa”. Por eso se atreve a trazar otras cartografías, para tratar de pensar con ellas otras realidades.

El libro propone la sustitución del relato lineal, característico de la Modernidad, por una estructura cartográfica en la que, a modo de islas, se describen diferentes órdenes de problemas. Internet, la red de redes, con su estructura reticular nos propone un modelo posible de pensamiento contemporáneo. Con su accesibilidad global, en la que se produce una sincronía absoluta 24/7 y una perfecta ubicuidad en tiempo real, la web genera lo que Pedro Medina denomina la espacialización del tiempo.

De este modo, Islarios de contemporaneidad se presenta como una cartografía alternativa que nos propone una nueva orientación espacial frente a la cronología temporal. Para ello el autor despliega en primer lugar una apasionante historia de la cartografía y de los modos históricos de representarse el mundo. Desde los Islarios de Benedetto Bordone (Venecia, 1534), hasta el Arte de navegar (1545) de un sorprendente precursor de este moderno cartógrafo, llamado también Pedro de Medina (Sevilla, 1493-1567).

Pero las islas que nuestro autor dibuja son en realidad horizontes de problemas con los que se enfrenta la cultura contemporánea. Se exploran así otros modelos alternativos de relato, y especialmente de los relatos o los contrarrelatos de la historia del arte contemporáneo, como el proyecto Desacuerdos, capitaneado por Jesús Carrillo, o como el intento de reexaminar el presente desplegado por Nicolas Bourriaud, con el nombre de Altermodern (Tate Britain 2009). Pero se exploran igualmente los modelos epistemológicos surgidos a partir de las nuevas tecnologías digitales, incluidos el criptoarte y las NFT’s.

Sin embargo, de esta cartografía no están exentas la imaginación ni el relato ni el sentido del humor. De hecho, el libro parece escrito más bien como una especie de guía de viajes, en la que la bibliografía se recomienda como lugares de interés para la visita del turista. Además, el libro tampoco quiere ser leído en el sentido tradicional, desde el principio hasta el final, sino que el lector -al igual que en la Rayuela de Cortázar- es invitado también a componer su propia ruta.

Siguiendo así un modelo cartográfico que se aproxima a las Esferas de Peter Sloterdijk o incluso a las derivas psicogeográficas de los situacionistas, o al concepto de deriva desarrollado por Lyotard, los Islarios de Contemporaneidad del profesor Pedro Medina despliegan un modelo de algún modo semejante al desarrollado en la nueva reordenación de la colección permanente del Museo Reina Sofía de Madrid.

En efecto. Si ya no se trata de establecer un relato lineal, etnocéntrico y heteropatriarcal de la historia del arte español contemporáneo, centrado en los grandes nombres masculinos (Picasso, Miró, Dalí, etc.), sino que se trata de pensar la contemporaneidad como una serie de situaciones, de encuentros o de problemas, el modelo narrativo tiene que ser completamente diferente. Por eso la exposición Vasos comunicantes del Reina Sofía se presenta más bien en “episodios”, como los de una serie de televisión, pero, rompiendo la arbitraria división entre disciplinas artísticas y buscando la estricta paridad entre hombres y mujeres, se centra más bien en los grandes problemas a través de los que es posible relatar dicha historia. Por eso se le dedica un capítulo al arte de posguerra, bajo el franquismo, otro especial a los artistas del exilio, otro a las luchas feministas del ocho de marzo y otro más a la ruptura emocional que supuso el 15M. En definitiva, episodios o islarios de contemporaneidad, como los dibujados por Pedro Medina.

Luis Francisco Pérez, FB, 30/09/2021:

…¿es un «ensayo» o una multiplicación imparable de perspectivas; parecido, se diría, a los hermosos planos y maquetas de las arquitecturas de Zaha Hadid donde las líneas son islas? […] el placer que estoy experimentando con el mismo, y la enriquecedora experiencia de su lectura.

[…] su propia estructura marca el «tempo» de lectura, con las debidas interrupciones provocadas por los «desprendimientos geológicos» que la información va generando (imparable la búsqueda en google o los links que proporcionas), este es un motivo; y el otro se instala en el haber del respeto que manifiestas a la figura del lector, al cual le otorgas el título de «medium» entre tú, hacedor del libro, y el contenido intelectual de la propuesta (que a veces incluso hasta se aleja de ti o se revela contra ti: es un pensamiento vivo, un «golem» de noble arcilla maleable) […] y las magníficas interrupciones las entiendo como elementos estructuradores del sentido general del ensayo. Ah, pero entonces ¿es o no es un ensayo? ¿Y si fuera algo así como el denso catálogo de una ‘¿Documenta’ por realizar, incluso la imponente investigación en torno a la imposibilidad de su misma realización? ¿O acaso es el laborioso ensayo práctico y teórico de una monumental agrupación sinfónica que lo mismo interpretan la 8ª Sinfonía de Mahler (se necesitan cientos de ejecutantes, y por eso se la conoce también como la «Sinfonía de los Mil»), que las refinadas miniaturas de Anton Weber o Giacinto Scelsi, que en ocasiones se diría que hasta un solo intérprete parece molestar al silencio de la composición? Por eso, estos islarios de nuestro presente se me ‘configuran’ a modo del archipiélago de Hölderlin donde el mar, centro del cosmos, constituye a la vez el tema y el ámbito de la creación poética (o ensayística en este caso).

Se puede imaginar que en la lenta o demorada lectura por estos «mares de locura» (valga el súbito recuerdo de este verso perteneciente a un hermoso bolero de apropiado título, «La barca») el lápiz auxiliar ha sido un importantísimo remo para subrayar tantas ideas (o recuerdos de obras concretas y exposiciones de arte ya pasadas que tenía olvidadas) que de alguna manera externalizan, en otra dimensión y bajo otro pensamiento especulativo, la imparable riqueza de lo que estas islas han sabido proyectar desde tu propia fantasía discursiva. 

[…] estas pocas y apresuradas líneas son una simple anotación “nel mezzo del camin” del libro (catálogo de arte, ensayo inclasificable, volumen de teoría del arte, análisis de filosofía del presente, vademécum de saberes vivos, documentación de compleja clasificación, libro de viajes, tratados de poesía visual, pero igualmente vital y existencial…). Espero que cuando lo acabe (él decidirá ese momento) pueda escribir un texto que al menos intente estar a la altura del formidable y plural contenido que entre sus páginas encuentras. No quisiera despedirme sin antes transcribir una de las muchas anotaciones que he subrayado, y que bien sirve como rúbrica condensada de uno de los muchos “Ulises” con que nos encontramos en este viaje infinito:

“Este es el viaje de todos aquellos que aprecian el puro placer de la hipótesis y del proyecto como obra, aventurando navegaciones que rechazan la existencia de un único sentido transitable”.

Carlos Jiménez: «El islario y la anomia», Fb, 05/10/2021:

En este libro portentoso de Pedro Medina obran tanto la pulsión enciclopédica como el big bang, tendencias contradictorias puestas en este caso al servicio de la inteligencia de la que él califica de «sociedad en red”, cuyo protagonista no es la tumultuosa muchedumbre de los motines, sino la incorpórea y proteiforme multitud de singularidades reivindicada por Toni Negri y Michael Hardt. 

La temporalidad de esta sociedad es la contemporaneidad, entendida como concurrencia simultánea de temporalidades disimiles y con frecuencia discordes, que resisten tenazmente a su reducción a un tiempo unitario y homogéneo. En un momento dado quise calificarlas de “discretas”, en el sentido matemático del término, pero renuncié al intento porque para Medina ninguna de estas temporalidades coexistentes admite el cierre o la clausura, entregadas como están a los desfondamientos, las hibridaciones y yuxtaposiciones. La sumatoria de heterogeneidad y simultaneidad de la contemporaneidad así concebida supone, sin embargo, un enorme desafío para quienes, como Medina, intentan captarla utilizando el paradigma del libro. La linealidad inexorable del texto impreso impone unas restricciones que deben ser dinamitadas si se quiere ser congruente con la naturaleza de una contemporaneidad cuyo modelo cosmogónico más apropiado es el Big bang, esa inaudita explosión, esa singularidad irreductible, el momento fundacional de un universo en expansión irremediablemente fragmentado, que se aleja vertiginosamente de sí mismo, porque en realidad nunca es el mismo. Tal y como lo hace este libro que, respondiendo a la voluntad enciclopédica de su autor, se esfuerza por captar y otorgar sentido a los omnipresentes e inagotables flujos de información que dan cuenta de acontecimientos y situaciones, de equilibrios y catástrofes, de instantes y duraciones, de individuos y multitudes, de potencias, poderes y empoderamientos, de estéticas y de éticas, de memorias y desmemorias y –cómo no– del crecimiento exponencial de interpretaciones y macro y micro-relatos. Y la verdad es que lo consigue a fuerza, eso sí, de transformarse en un hipertexto, cuya inevitable conexión con la red lo convierte en una invitación constante a realizar asociaciones y emprender derivas, dejándose arrastrar por sus inagotables líneas de fuga. Un libro interminable, un Aleph borgiano, un libro laberíntico a la manera de la rayuela cortazariana, que para ofrecer un asidero a dichas derivas y un catálogo de destinos posibles acude a la imagen subyugante del archipiélago. O para ser precisos a la de islarios, incluida con toda razón en su título. La biblioteca de Babel, Cosmos, Communitas, Cárcel de amor, Terra inquieta o Utopía son los nombres más topológicos de las islas de este singular islario, que me aventuro a pensar que son igualmente los nombres secretos, las condensaciones si se quiere, del ingente cúmulo de deseos, experiencias, necesidades vitales, lecturas, intuiciones e investigaciones hechas por su autor, que son las materias primas de esta obra admirable. 

Su título contiene otra idea poderosa, la de la anomia digital. La anomia es un concepto que, desde que fue acuñado por Emile Durkheim hace más de un siglo, ha sufrido diversas interpretaciones y reelaboraciones que son otras tantas pruebas de su fecundidad y de su necesidad perentoria. En manos de Pedro Medina se transforma en un instrumento muy apto para diseccionar el Stimmung, el estado de ánimo de todos aquellos a quienes la sociedad digital tiende a privar de las destrezas, los hábitos, las convicciones y los rituales que son la consistencia misma de sus vidas, la materia que ahora se desvanece sin dejar rastro en la inmaterialidad del ciberespacio. Él no elude la dimensión trágica de esta anomia, pero al mismo tiempo reivindica las posibilidades que ofrece al despliegue de perspectivas críticas capaces de poner en cuestión los medios y las estrategias de control social que asedian a la sociedad en red.

Juan de Andrés Arias: Anales de Historia del Arte, nº 33 («Nacidos bajo el signo de Saturno». La imagen del/la artista), 14/09/2023, pp. 385-388:

Los materiales cartográficos propuestos por Pedro Medina en Islarios de contemporaneidad. Anomia digital y crítica de las perspectivas múltiples invitan a navegar un territorio contemporáneo cuyo mapa no puede ser más que una guía a tientas de la complejidad de un presente acechado por el naufragio. Es por esto por lo que el libro se articula a modo de manual de usuario, donde no hay una linealidad, sino la posibilidad de atravesar capítulos a preferencia de quien lo recorra (como homenaje a trabajos clásicos como Rayuela), teniendo las travesías en común la problematización de lo digital como aproximación a la realidad contemporánea. Medina cita a Agamben sobre qué significa ser contemporáneo: «ser puntuales a una cita que solo se puede faltar». La contemporaneidad digital se presenta entonces como un terreno líquido sobre el que es difícil una aproximación certera. 

En este contexto, Medina comienza estableciendo una serie de mínimos comunes sobre el presente digital: “globalizado, tecnificado, interconectado, en continua transformación, acelerado, desigual (…) donde lo efímero es la única constante”. Se plantea, entonces, lo que ya se plantearan Heidegger y McLuhan: la pregunta por la técnica, como faro en esta ruta y utilizando las artes visuales como resorte para la investigación (“artes visuales como un valioso medio para mostrar la experiencia de la época, no a través de evidencias sino de indicios”). Se parte de dos metodologías expuestas como discursiva (próxima al ensayo académico) y diegética, donde toman protagonismo la ficción como “punto de vista diferente sobre los mismos acontecimientos, recreándolos” y la metáfora. Toma la isla como metáfora principal y estructura el libro en torno a cuatro islarios (con cuatro islas cada uno) intercalados con cuatro ensayos, siendo el último mucho más breve, casi un apunte. Durante el libro, también se hace referencia a dos futuros volúmenes del libro que compondrían una trilogía.

Los islarios toman los siguientes nombres: Cartografías de inestabilidad, Orden y discurso, Imágenes de la cibersfera e Iluminaciones hacia un horizonte social y las diferentes islas (cada una acompañada de una ilustración a cargo de Miguel Sánchez Lindo) se presentan como breves exposiciones introductorias a diferentes teorías contemporáneas, con referencias a autores, bibliografía, prácticas artísticas, así como posibles recorridos conceptualmente cercanos a otras islas propuestas dentro del libro. También, cada isla, va acompañada de unas coordenadas y un año, situando las islas en un espacio-tiempo (por ejemplo, coordenadas de lugares como el CA2M en el 2007 o la TATE en el 2009).

En el islario Cartografías de inestabilidad se plantea el terreno endeble sobre el que se asientan las epistemes contemporáneas. Encontramos las islas Terra infirma, sobre la postmodernindad y las epistemologías líquidas; Outwardly from Earth’s Center, donde se pone de manifiesto otras narrativas/derivas posibles, referenciando Contarlo todo sin saber cómo, de Martí Manen; Venetiae pars I: Architettura immaginata, que pone en relación la ciudad de Venecia con una narrativa como un remolino complejo de lugares (globales y locales) y tiempos (pasado y futuro), como “cruce de caminos universal (…) siendo cobijo de culturas y tendencias que se han encontrado siempre en sus calles”; y Cartografías contemporáneas, como lugar de reflexión semiótica contemporánea sobre los usos y abusos de los símbolos y significados cotidianos. El segundo archipiélago (por orden de aparición), Orden y discurso, reúne un conjunto de islas que tratan sobre los diferentes modos de narrar y de establecer un relato/discurso válido. Incluye las islas Cultura porquería, que toma el nombre del trabajo homónimo de Jordi Costa y señala, de la mano de Hans Blumenberg, que “para entender un momento histórico, no debemos acudir únicamente a las obras maestras (…) el espíritu de la época se percibe mejor en la mediocridad (la medietas, lo que está en el medio de los modelos culturales, siempre presente)”; Bologna Towers, que propone un retorno a la “‘historia’ testimonio de unos hechos y como relato”, un territorio especulativo con referencias a personajes ilustres como Peter Greenaway; Desacuerdos, que, como indica su nombre, plantea un espacio de disquisición que promueva el análisis y se cita a Barthes exponiendo que “la Historia es siempre y ante todo una elección y los límites de esa elección”; por último, Altermodern, tomando su nombre del término propuesto por Nicolas Bourriaud para referirse al arte producido contra la estandarización y el mercantilismo, propone recuperar la importancia del homo viator, aquel que hace del viaje su epítome fenomenológico (“para aquellos que creen que el viaje es el método de conocimientos por excelencia y la gran metáfora de la excelencia”). 

Imágenes de la cibersfera, como tercer archipiélago propuesto, pone el foco en el potencial epistémico de las prácticas artísticas. Recorre la isla Lutetiae Parisiorum pars I: La Vitesse & Les immatériaux, que rescata París como antigua capital de las vanguardias para anunciar que «el paradigma de la Modernidad se está deshaciendo», referenciando trabajos como La Vitesse, de Virilio o Les immatériaux. Épreuves d’écriture, de Lyotard; La conquista de la ubicuidad, que toma su nombre del texto de Paul Valery, poniendo de relieve las nuevas vías artísticas facilitadas por el desarrollo de la técnica, como los fab labs colaborativos; la isla Systems of Systems, que plantea herramientas de análisis político, imaginando dentro de la isla un Instituto de Estética de la Complejidad Social creado por el artista Paolo Cirio, para realizar un tránsito crítico entre los distintos poderes contemporáneos; para terminar, la isla The File Room, homónima del trabajo de Antoni Muntadas, al que referencia, donde se invita a tomar una posición activa y crítica, no contemplativa, en el modo de percepción que facilite moverse por un terreno inestable. 

Finalmente, en el islario Iluminaciones hacia un horizonte social se pone en valor la idea de memoria como condición para un posible pensamiento utópico. Comienza con la isla de nombre Index, donde se rescatan los efectos que la memoria tiene sobre el presente, “apela a la responsabilidad del paseante de Index, que debería reflexionar sobre los efectos de sus propias huellas, la interferencia de sus sombras y la proyección de un novum del que es parte”; sigue con La condition post-photographique, donde se hace una alusión no explícita a la cultura de la cancelación y se invita a alejarse del maniqueísmo y favorecer la reflexión y la crítica que permita una criba de qué podemos tomar como válido, qué podemos salvar; continúa en Duty-Free Art, que toma el nombre del famoso ensayo de Hito Steyerl, donde se plantea esa oportunidad perdida de un Internet como espacio utópico de emancipación colectiva frente a una actual herramienta mercantilista y capitalista y la agencia de la imagen para proyectar otros futuros; termina con Postvérité, donde se navega, de la mano de la curadora Berta Sichel, hacia «nuevas formas de relatar la existencia contemporánea, con frecuencia recurriendo a la visualización de la vida cotidiana». 

Estos cuatro archipiélagos, que reúnen un total de dieciséis islas, cartografían una parte de la realidad contemporánea y ofrecen una serie de pistas a seguir por quien quiera navegar este terreno líquido, con posibles itinerarios afines propuestos al final del libro en el capítulo Rutas de contemporaneidad. Por otra parte, los ensayos (siendo tres los principales) ofrecen una visión más extensa y desarrollada, respecto de la brevedad de las islas, estructurándose en tres partes con una última más breve. En Hacia la era de Hermés, Medina plantea “una estrategia de trabajo como espejo desde el que valorar el presente: estudiar brevemente (…) el paso de la Edad Media a la primera Modernidad, identificando así qué elementos son significativos para determinar un cambio en la forma de percibir el mundo”. Con el régimen escópico en el centro, pone de manifiesto el paso de la percepción en dos dimensiones del sujeto medieval a las tres dimensiones, posibilitado por la perspectiva lineal del sujeto renacentista: “la perspectiva lineal nace, pues, en Bagdad, triunfa en Florencia y regresa como instrumento de imposición colonial aplicado a todo el planeta, incluido el universo musulmán”. El siguiente ensayo, Percepción del mundo en la sociedad red, pone de manifiesto el “giro computacional” como condición de posibilidad para nuevas estructuras sociales (la sociedad red) y el replanteamiento de conceptos dentro de las mismas como el de espacio (del que se habla de su desaparición teniendo en cuenta su virtualidad y su ubicuidad) y el tiempo (“tiempo atemporal”), referenciando varios hechos decisivos (“kairoki, acontecimientos bisagra”) para establecer un marco temporal, como la caída del Muro de Berlín, el nacimiento de la World Wide Web, el nacimiento de la Web 2.0 o la aparición del primer iPhone. Se enumeran varios términos que intentan explicar esta época, como (“infoesfera” o “sociedad digital” (se echaría en falta la mención a la “tecnosfera”). En Panoramas de la anomia digital, se introduce el concepto de anomia (como malestares a padecer producidos por la digitalización), así como un glosario que lo completa y complementa con términos como phubbing, empleado para designar la “acción de ignorar o desatender a alguien cercano para prestar atención al propio teléfono móvil” o shitstorm como “marea de indignación en Internet (…) aluvión de críticas (…) desencadenadas a partir de una publicación en redes sociales”. Lo sigue una línea de tiempo donde se destacan algunos de los hitos más importantes del siglo XXI para tener un marco de referencia (como los indignados del 2011 o la aparición del COVID-19 en 2020) para continuar centrándose en cómo afecta la anomia en el ámbito social. Por último, mucho más breve respecto de los anteriores, Hacia una crítica de perspectivas múltiples aboga por el uso emancipatorio de las tecnologías digitales y se invita a un activismo que tiene como centro “la ‘elección’ y el ‘juicio’” y que defiende “la multiplicidad de puntos de vista como acercamiento idóneo a una realidad compleja y cambiante, no dando consignas ni juicios cerrados al lector, sino perspectivas para que saque sus propias conclusiones”. 

Las diferentes teorías, estudios e investigaciones expuestas a lo largo del libro son suficientes para una primera aproximación a la contemporaneidad digital y su problematización. Cabría añadir algunas referencias que podrían completar ciertos aspectos que quedan apuntados brevemente o que, de alguna manera, se obvian y podría ser interesante tener en cuenta. Se echarían en falta algunos autores muy útiles para pensar la contemporaneidad digital como Éric Sadin (La silicolonización del mundo. La irresistible expansión del liberalismo digital), Nick Srnicek (Capitalismo de plataformas), McKenzie Wark (Un manifiesto hacker) o Mark Fisher (con su concepto de hedonia depresiva como anomia digital); así como autoras esenciales para pensar desde otras epistemologías, como Donna Haraway con su pensamiento colectivo interespecie, o Suely Rolnik y su descolonización del inconsciente. Quizás algo de lo indicado vaya teniendo cabida en los próximos libros anunciados por Medina a lo largo de este. 

Islarios de contemporaneidad. Anomia digital y crítica de las perspectivas múltiples configura un excelente mapa para navegar un mar acechado por el oleaje de un presente incierto.

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Ficha técnica

Título: Islarios de contemporaneidad. Anomia digital y crítica de perspectivas múltiples
Autor: Pedro Medina
Ilustraciones: Miguel Sánchez Lindo
Idioma: castellano
Editorial: CENDEAC, 2021
ISBN: 978-84-15556-91-6
CENDEAC
Presentaciones del libro
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