Los primeros Islarios de contemporaneidad surgieron como un género híbrido que ofrecía múltiples perspectivas sobre cada argumento. Por un lado, proponían un discurso articulado en torno a la continuidad y la claridad; por otro, desplegaban metáforas heterogéneas a partir de obras de arte o exposiciones, componiendo un universo insular que exigía una exploración atenta.
Esta forma responde a un análisis que no echa raíces en posicionamientos fijos, sino que surca la corriente de saberes diversos: de la filosofía de la historia a la sociología, de la ontología a la política, de la estética a la ética. Por ello, encasillar esta investigación en un único territorio sería traicionar su vocación errante y transdisciplinar, pues fue concebida para aventurarse en la complejidad cambiante de nuestro tiempo.
Tras los primeros Islarios, donde se reflexionaba sobre la esfera digital como clave para comprender lo contemporáneo, este libro parte hacia océanos inciertos. Desde su cubierta se otean nuevas etapas que, como faros, iluminan futuros posibles en un archipiélago donde el arte navega entre la crítica y la esperanza, sabiendo que todas sus islas pertenecen a un mismo mar.
Para recorrerlas, se traza una cartografía que incita a la deriva lúcida y a la errancia creativa, abordando nuestra época desde una mirada que es, al mismo tiempo, navegación y naufragio, fundación y desarraigo, cultura del proyecto y utopía. Esta travesía desafía así las mareas de un presente saturado, inaugurando rutas hacia otros imaginarios.
La narración emerge entonces como viento favorable, nacido de gestos de resistencia a lo establecido, que propicia un porvenir que se debe construir colectivamente. Con este fin, la desorientación crítica irrumpe en los mapas heredados para vislumbrar constelaciones desconocidas, reclamando brújulas inéditas con las que afrontar períodos turbulentos.
Desde esta consciencia, las páginas de estos Islarios no ofrecen refugio en antiguas certezas, sino que invitan a viajar por la contemporaneidad desde premisas que hagan posible la creación de mundos diferentes, divisando así nuevos horizontes hacia los que dirigirnos.

Índice
#0 Introducción
#1 Escenarios de la utopía
· Il sogno dell’utopia
· New Babylon
· Teatro Total
· Venetiae pars II: Biennale Arte
#2 Miradas sobre el futuro
Orientarse hacia el futuro
· Iluminar a la humanidad
· A vueltas con el progreso
· Pensar aún en un mañana mejor
· Imaginar el futuro con esperanza
· Utopías para propiciar otros imaginarios
Un ethos para una vida compartida
· Dialécticas de lo común
· Hábitos cotidianos
· Habitus-habitare. Hacia una concepción de arte crítico
#3 La construcción de la cotidianidad
· Forms of Resistance
· Cárcel de amor
· Venetiae pars III: Everybody Talks About the Weather
· Postcapital Archive (1989-2001)
#4 Arte crítico y culturas del proyecto
Arte y compromiso social
· Resistencias clásicas
· Identidad y revisionismo institucional
· Modelos y vías por explorar
Culturas del proyecto
· La obra de arte como proyecto
· Diseño y delito
· Dispositivos proyectuales para habitar el futuro
#5 Escenarios proyectuales
· This is Tomorrow
· Eames House
· Olivetti concept and form
· Venetiae pars IV: Biennale Architettura
#6 Estrategias para proyectos críticos
Imaginarios
· Imágenes como actores sociales
· Difusión de la inteligencia artificial generativa: estado de la cuestión
· La ars combinatoria del siglo XXI
· La interrupción como estrategia crítica
Imaginarios instituyentes
· Pensamientos liminares
· Habitar el límite
· Criterios para elaborar una obra de arte crítica
· Tácticas y pedagogías para un cambio de rumbo
#7 Imaginarios de contemporaneidad
· Grand Tour
· Documenta
· Vasos comunicantes
· inSite
#8 Hacia la narración como realidad
#9 Constelaciones de contemporaneidad
#10 Agradecimientos
#11 Índice onomástico
#12 Fuentes












Constelaciones de contemporaneidad
Para favorecer la visibilidad de las conexiones de un universo cada vez más poblado, en estos segundos Islarios se sustituyen las rutas de contemporaneidad por constelaciones, pasando de la superficie marítima a los trayectos de la bóveda celeste. Este tránsito a una dimensión digital permite ofrecer más información a quien busque concretar lugares y destinos cercanos de nuestras islas.
Además, convierte el proyecto de estos Islarios de contemporaneidad en una realidad transmedia, abierta e in progress, permitiendo observar un cosmos en expansión, en el que se pueden contemplar nuevos nexos, que se van incorporando a este universo incluso tiempo después de la publicación del libro.
Visita una cartografía que ya no es de lugares, sino de conexiones entre obras de arte y exposiciones: https://publish.obsidian.md/islarios

Islarios de contemporaneidad I. Anomia digital y crítica de perspectivas múltiples
Han sido numerosas las reseñas del primer volumen de estos Islarios de contemporaneidad y también lo fueron las presentaciones en España y México. Os invitamos a revisarlas antes de emprender esta nueva travesía.
Asimismo, algunos de los contenidos de estos segundos islarios han ido apareciendo en algunas conferencias. Os indicamos dos de las más significativas:
· Josep Tornero | Presentación de “La desaparición de las luciérnagas”
· Reflexiones sobre la «insularidad» en la Bienal de Lanzarote
Reseñas de Islarios de contemporaneidad II. El proyecto del mundo
Rafael López Borrego ha realizado un amplio análisis de los principales capítulos del libro en su canal de Youtube, además de varias referencias a algunos de los argumentos principales en su perfil de Instagram. Aquí os mostramos las más importantes.
En el Le Monde Diplomatique de noviembre de 2025, Antonio Fernández Vicente aconseja la lectura como un medio para «imaginar otros futuros posibles».

Noviembre de 2025 también nos dejó la crítica de Carlos Jiménez en artepunto.es, centrada principalmente en la peculiar estructura del libro:
Empiezo la reseña de Islarios de contemporaneidad. El proyecto del mundo, por donde corresponde. O sea, por su título, que ciertamente nos proporciona indicios de su contenido, así como de las tomas de partido y del marco conceptual elegido por su autor para ordenar e interpretar el copioso material bibliográfico y factual que ha utilizado para escribirlo.
Empiezo por Islarios, plural de “islario”, un término que según la RAE es la descripción o el mapa de las islas de un área geográfica. Estos islarios de Pedro Medina anulan sin embargo esta disyuntiva porque son a la vez descripción y mapa, como puede comprobarse con su lectura. Todos sus nueve capítulos contienen descripciones de las correspondientes islas a las que se refieren y cuatro de ellos incluyen mapas, la mayor parte de ellos medievales, e incluso coordenadas geográficas comúnmente utilizadas por la navegación aérea y marítima.
El capítulo noveno, Constelaciones de contemporaneidad, obra como resumen cartográfico del libro presentando 8 representaciones gráficas de los contenidos de los capítulos anteriores, compuestas usando el método Obsidian. Así como un código QR, precedido por la advertencia de que “nuestro cosmos esta en expansión, pues se irán creando nuevos nexos a medida que pasa el tiempo”. Y acompañado por un pie de foto que invita a utilizarlo para la “visualización On line de la evolución de las constelaciones de la contemporaneidad”. Aquí creo descubrir porque razón Medina utilizó el plural de islario en el título de esta obra. Su “islarios” es una suma de islarios, o sea de mapeos de archipiélagos, por lo cual el conjunto puede ser identificado metafóricamente con el cosmos o el universo que, en la versión que ofrece actualmente la astrofísica es, un conjunto de galaxias en expansión. Es lo que ha hecho Medina.
“Contemporaneidad”, el otro componente del título de este libro, es evidentemente un término de naturaleza temporal, distinta por lo tanto de la meramente espacial de toda cartografía. Por lo que el titulo podría definirse como una cartografía del tiempo, que es posible justamente porque es la cartografía de un universo en expansión que, en este caso, no es el de las galaxias, sino el ciber espacio. “El espacio virtual global generado por las redes informáticas (como internet) donde las personas pueden recibir información, comunicarse e interactuar”.
El fundamento técnico insoslayable de todas las definiciones de “contemporaneidad” que circulan por la red, es precisamente la red. Lo contemporáneo por antonomasia es la red. Su existencia es condición necesaria de las actuales definiciones de contemporaneidad. Y supone de hecho una ruptura con la distinción establecida por historiadores modernos entre Edad Moderna y Edad Contemporánea e incluso por la establecida por historiadores posmodernos entre modernidad y postmodernidad. Pedro Medina es plenamente consciente de esta determinación y de los enormes cambios económicos, culturales y políticos generados por la universalización de la red. Como lo demuestra la estructura estos Islarios y como lo demostró la primera entrega de los mismos.
Por lo demás, los dos son libros en un sentido que excede o sobrepasa los límites del libro, tal y como el mismo fue definido por Marshall McLuhan, en su obra clásica La galaxia Gutenberg. Ambos libros han sido compuestos como un conjunto de hipertextos, o sea de textos que remiten continuamente a otros textos, cada uno de los cuales tiene a su vez la capacidad de remitir a otros. En un movimiento expansivo que semeja al de las galaxias que se alejan de sí mismas a una velocidad cercana a la luz, según los teóricos del Big bang.
El carácter hipertextual de los Islarios de Medina guarda cierta relación con un experimento literario como el de Rayuela, la novela de Julio Cortázar que, en su encabezamiento, incluye un método de lectura. Esta novela, advierte en el mismo Cortázar, puede leerse de manera tradicional, leyendo un capítulo después de otro. O puede leerse siguiendo el orden establecido en la tabla que ordena los capítulos de otro modo. Medina también propone una lectura convencional y otra, la de los “Itinerarios alternativos”, que empiece en Il sogno dell´Utopia, en la página 51. Tanto él como Cortázar quieren dar pie a que el lector elija su propia ruta su propio itinerario de lectura, porque al fin y al cabo cada capítulo es como una isla que cuenta por sí misma, aunque sea en definitiva parte de archipiélago, que como todos los archipiélagos tienen de común, además, el mar, como lo afirma de hecho Medina en estos pasajes de este nuevoIslario:
“El libro que ahora comienza mantiene el espíritu de los primeros islarios, cuya forma asimila el fragmento y las lógicas digitales para representar la experiencia de la época y el diagnóstico de la contemporaneidad. (…) implica la posibilidad de elegir diversas rutas para leer sus contenidos siguiendo las indicaciones de los diferentes enlaces diseminados por el texto… se puede navegar por sus aguas sin necesidad de haber desembarcado en el primer puerto”.
Todavía hay algo más. El carácter hipertextual del libro permite la transformación del lector en escritor, la transformación que Walter Benjamin consideraba el objetivo deseable de una obra escrita que fuera congruente con la técnica moderna. “El escritor que no enseña a escribir a otro escritor no enseña a nadie” sentencia en “El escritor como productor”, la ponencia que Benjamin presentó en abril de 1934 en el Instituto de Estudios del Fascismo de París. No se refería a los talleres literarios convencionales sino a la lección cotidiana de escritura que ofrecen los diarios, que estimulan e invitan al lector a escribir cartas a la dirección. Para informar, para rectificar, para protestar, para confirmar etcétera. Para escribir, en definitiva. La red ha multiplicado exponencialmente esta enseñanza y esta posibilidad.
Medina lo hace invitando al lector a componer su propio libro, agrupando los capítulos de la manera que mejor satisface a sus expectativas, guiado por la correspondencia entre dichas expectativas y los títulos de los mismos. De hecho, yo he practicado este método en mi cuenta de FB, con este y con el anterior Islarios, siguiendo el ejemplo ofrecido por 62. Modelo para armar de Cortázar, colección de fragmentos derivados del capítulo 62 de Rayuela, que el lector desdoblado en escritor, puede ordenar o reordenar a voluntad para otorgar sentido al conjunto. En el encabezamiento de la mayoría de los capítulos de Islarios, Medina incluye una sección que puede interpretarse como una receta que incluye estos apartados Rutas turísticas, Personajes ilustres, Destinos cercanos, Literaturas y referencias. Estos son los ingredientes con los que Medina compuso el capítulo al que se refieren. Y son desde luego una invitación a que tú como lector, te transformes en escritor de tu propio capitulo.
La invitación la ratifican su declaración de que en estos Islarios ha hecho de la “experimentación narrativa un lugar en el que aventurarse, donde la escritura es el medio de para una libertad expresiva capaz de hacer emerger el pensamiento desde asociaciones diferentes de las habituales”.
Ocupémonos ahora del subtitulo del libro: El proyecto del mundo. Cuando se le lee por segunda vez, resulta enigmático, o por lo menos insuficiente. ¿Quién es el autor de ese proyecto? ¿Qué o cual es el sujeto de este proyecto? ¿Es el proyecto del mundo? Pedro Medina da una respuesta a estos interrogantes: el mundo es un proyecto y los autores son los artistas, el mundo es obra de los artistas. Artistas que deben cuestionar y criticar el mundo dado para contribuir así a la emergencia de un nuevo mundo, opuesto o al menos diferente del mundo dado, en el que tengan una importancia crucial tanto el habitar como la generación y expansión de comunidades libremente elegidas.

Y noviembre de 2025 termina de la mejor forma con la magnífica crítica de Luis Francisco Pérez en Libros, nocturnidad y alevosía, que aborda la relación de la obra con la trayectoria del autor, consciente de la necesidad de pensar nuevos lenguajes para las experiencias «por-venir»:
Es necesario iniciar el comentario de este último ensayo de Pedro Medina diciendo que Islarios de contemporaneidad II – El proyecto del mundo no es tanto una continuación de Islarios I (que también, por supuesto), como una “dilatación” o herramienta expansiva de muchos ítems que en esta segunda entrega son expuestos bajo una tonalidad (en su sentido musical) diferente. Diferente, y al mismo tiempo manteniendo una continuación discursiva con los principales argumentos de la primera entrega, por así decir. Queremos decir: En Islarios Iestaba más presente la práctica artística como perspectiva y como posibilidad vivencial de un futuro en común, mientras que en Islarios II nos encontramos con una cartografía abierta en cuanto a la interpretación de nuevas acciones de pensamiento y de sociabilidad, y utilizando para ello estructuras visuales de reconocimiento, es decir: artísticas en su sentido más amplio y más cercano a una estructura de pensamiento que sin cesar a sí misma se interroga desde posiciones críticas y especulativas. Nos referimos a proyecciones y análisis, topografías, mapas de múltiple y variada condición, topografías (no pocas de ellas más mentales que físicas o geográficas, y no por ello menos necesarias), organigramas de todo tipo, cualidad y condición…. En definitiva: otras formas de arte y de relacionarnos con él por medio “dialécticas positivas” susceptibles de con-formar diferentes proyectos del mundo, en tanto que único territorio posible de la existencia compartida.
En Islarios II me ha interesado mucho la dialéctica que en este nuevo ensayo encontramos en la relación entre Habitus/Habitare. Un inciso antes de continuar: este “heideggeriano” “Habitus/Habitare” fue el título de una muestra que Pedro Medina comisarió sobre un artista/escultor que yo desconocía en ese momento: Teodosio Magnoni, y con esto quiero decir que son intereses intelectuales que forman parte de especulaciones en las que lleva mucho tiempo trabajando. El pensamiento teórico y especulativo de Pedro Medina son siempre raras y muy sugerentes constelaciones de una multitud (“multitud” en el sentido que Fernando Pessoa daba a esta palabra: una pluralidad no tanto de “personas” como de intereses dentro de una, y repito, constelación de ideas y pensamientos). Pero volvamos al Habitus/Habitare que es una de las notas dominantes en este Islarios II, siempre y cuando aceptemos que esta ecuación está “atravesada” por una infinidad (multitud) de senderos borgianos que se bifurcan, se cruzan, se separan, se vuelven a encontrar y se reconfiguran en nuevas perspectivas y en nuevas poéticas. Es decir: en el más puro y brillante estilo Pedro Medina, que, aunque no parezca que esté hablando de Arte, lo hace en realidad de una manera muy intensa. El pensador francés Jacques Ranciere decía “no siempre hay política, aunque siempre hay formas de Poder”. En los ensayos de Pedro Medina no siempre hay cuestiones artísticas y estéticas (aparentemente), pero siempre hay ARTE (con mayúscula).
Habitus es un término sociológico de Pierre Bourdieu que describe las predisposiciones inconscientes (formas de pensar, sentir y actuar) interiorizadas a través de la experiencia social para conquistar, o al menos no renunciar a ello, un Habitare en el que poder establecer nuevos territorios de convivencia y sociabilidad. Y esto podría ser un resumen de Islarios II (uno de los posibles, quiero decir): una reconfiguración y reconsideración de lo sensible en tanto que bien común y social. En este punto sí que puede perfectamente calificarse a Islarios II de un “ensayo político” (y con todo el entrecomillado que queramos agregar).
Por supuesto, Islarios II trata de muchos más temas y argumentos que el de Habitus/Habitare (decimos temas y argumentos y en realidad queremos decir “pasiones”, en su sentido de entusiasmo, incluso entusiasmo sentimental, por realidades, por hechos, y ciertamente también, foucaltianamente, “por las palabras y las cosas”. También considero muy importante señalar la dimensión poética de Islarios II. Porque, en efecto, existe mucha y muy buena poesía, poesía otra, en este ensayo. Pero esta “poesía” estaría muy cercana a cómo la entiende un filósofo como Gadamer: como un modelo de lenguaje para la comprensión del mundo, el cual preserva el sentido en su polisémica riqueza, a diferencia del lenguaje ordinario que de alguna forma desgasta esta posibilidad de comprensión. De hecho, mientras leía Islarios II pensaba en la famosa distinción que Pasolini hacía entre “cine de la prosa” y “cine de la poesía”, ambas formas válidas y necesarias, si bien él se situaba, con toda razón, en el cine de la poesía. Pues bien, esta misma tensión prosa/poesía está presente en el ensayo, y en concreto hay un capítulo “Formas de Resistencia”, magnífico, en el que se funden ambas realidades, prosa/poesía, en un estadio superior.
A partir de esta realidad en la que hemos introducido la Poesía, diría que la lectura de Islarios II nos permite una experiencia de la otredad y la «multivocidad», revelando una nueva forma de ser y de relacionarse con la realidad. Por multivocidad podemos entender la propiedad de algo que tiene varias significaciones o interpretaciones posibles, porque Islarios II se puede entender o comprender desde múltiples atalayas. En primer lugar, desde la necesidad crítica de revisar los parámetros y paradigmas del Proyecto Moderno (acabo de ver que lo he escrito en mayúscula, quizá la revisión pase por rebajar la entonación y las perspectivas), a partir de este “Paisaje” (la revisión del proyecto moderno) Islarios II es una compleja y muy inteligente Suma de procesos cognitivos, de planteamientos sociológicos, de distribución creativa de recursos culturales, de sofisticados planteamientos prospectivos con el fin de explorar o predecir futuros posibles con la imprescindible ayuda de la complejidad de nuestro presente. Pero igualmente estamos ante algo así como una “Tecné humanista”; es decir, el planteamiento creativo, artístico y estético, de una habilidad del pensamiento, de una destreza intelectual, de oficio en la especulación filosófica, o de una ciencia en la resignificación sentimental de realidades que por su propia complejidad se diría que no hay espacio en ellas para los sentimientos y los afectos. De ahí que Islarios II sea un ensayo que es tanto artístico como “tecnológico” (entrecomillado), pues engloba un saber intelectual para que pueda devenir práctico, y consecuentemente capaz de producir no “algo”, sino lo inmaterial necesario de estructuras de conocimiento, plataformas de convivencia, procesos de reconocimiento en lo Otro y en el Otro, para acercarse en definitiva a un saber más amplio, universal, enseñable y sobre todo compartido, ya sea ese saber artístico o tecnológico. Y especialmente para “conjurar” los “miedos” del presente ante el paisaje no tanto del futuro, de lo por-venir, como ante la idea misma de lo que se desconoce, y para ello únicamente tenemos el humano saber como la más perfecta herramienta para construir futuros. Ya lo decía Adorno, filósofo citado por Pedro Medina: “Necesitamos un idioma para nuestra ignorancia”. Entiendo que Islarios II se aproxima mucho a ese nuevo idioma.

Una inmensa alegría comprobar que los segundos “islarios” han sido elegidos entre los libros de arte del año para el ABC CULTURAL (20/12/2015). Nuestro agradecimiento a Miguel Cereceda:
Se trata del segundo volumen de un proyecto filosófico apasionante en el que Pedro Medina apuesta por cartografiar la cultura contemporánea. Para ello se sirve de una carta de navegación, pensada como un islario. Las islas que aquí se recorren parten de Venecia, y reparan en el arte contemporáneo y en las propuestas de las últimas bienales como un instrumento de pensamiento crítico.
Se plantean así cuestiones como las de si es posible un arte político o las de cuáles son las condiciones de la convivencia y del habitar humano. Además, explora los recursos y los peligros de la llamada IA y cómo afecta no solo a la creación artística, sino también a nuestra relación con la cotidianidad.


Y antes de terminar 2025 llegó también la crítica de Antonio Garrido Hernández en FB, que abarca los dos primeros «islarios»:
𝗜𝗦𝗟𝗔𝗥𝗜𝗢𝗦 𝗗𝗘 𝗙𝗨𝗧𝗨𝗥𝗘𝗜𝗗𝗔𝗗
Ya los he leído como dije. Me refiero a los dos libros que aspiran a ser tres de Pedro Medina titulados 𝙄𝙨𝙡𝙖𝙧𝙞𝙤𝙨 𝙙𝙚 𝘾𝙤𝙣𝙩𝙚𝙢𝙥𝙤𝙧𝙖𝙣𝙚𝙞𝙙𝙖𝙙. Estos libros, como todos, quieren ser leídos. Por eso, yo me tengo que contener respecto de su contenido para no frustrar ese anhelo. Pero ya que me pongo algo tengo que decir para estimular a ese tipo de lector que, como yo, pueden estar interesados en propuestas sofisticadas.
Pedro Medina tiene un plan que, al parecer, culminará con un tercer libro. Es la seducción del número tres de la que hablaban Diotallevi y Lia en el Péndulo de Foucault de Umberto Eco. Pero, de momento hay dos.
Ambos libros comparten una misma estructura. Capítulos pares con un discurso formalmente convencional y capítulos impares con casos interesantes y sofisticados de «islarios», iniciativas artísticas que el autor despieza e integra con una habilidad de erudito del arte que asombra a cualquiera. Un análisis que quiere ser aplicación de las volutas teóricas.
Libro I
En el primer tomo, que no lleva un número anunciando el segundo, cubre un gran campo: todas las herramientas y sus consecuencias sociológicas que nos han llevado a la era de Hermes –el gran mensajero mitológico, Mercurio para los latinos–. Este dios con sus alitas en los tobillos representa toda la poderosa transformación que la tecnología ha producido en el mundo físico y en nuestras almas. Parte del ojo alado de Alberti y la interpretación de la perspectiva de Brunelleschi –después de echarnos un jarro de agua fría al desvelarnos que ya los árabes la habían descrito–.
Instalados en la representación y la «cosa mentale», el Renacimiento prolonga su influencia hasta prácticamente Nietzsche en que todo se fragmenta anunciando el desconcierto, un tanto excesivo, de la actualidad. Todo el libro apunta desde el concepto a la tecnología hacia la anomia de las conciencias. Impresionante repaso al proceso de deslizamiento hacia el encefalograma plano envuelto en bienestar. El rizoma, al final, ha sido, no el de nuestro crecimiento mental, sino el de las redes guiadas por la Inteligencia Artificial alimentada por un capitalismo feliz en su nuevo formato. Big Data, Internet de las cosas, la www, virtualidad y ubicuidad, desmaterialización… todo ese río heraclitiano fluye por el libro para goce del lector. Al cabo, la pérdida de autoestima de una subjetividad abrumada que envidia la eficacia de sus propias producciones. Ante ese panorama se anuncia el siguiente libro tácitamente al hablar de «modos artísticos de hacer».
Libro II
En el segundo tomo se aborda precisamente esto: qué puede hacer el arte para paliar la deriva de la anomia del ser humano. Empieza desde el escepticismo de la «desaparición de las luciérnagas» que ha matado el sueño por las utopías y va pacientemente urdiendo su fe en el arte. Para eso pasa por romper algunos elementos de la vajilla de la ilustración e, incluso, de su crítica mas acerada. Ni pensar crítico ni ético parecen habernos sacado del pozo del nihilismo y, sin embargo, se les necesita para, al menos, empezar la escalada de nuevo. Desde las aporías del progreso que nos lleva a cotas de bienestar a costa de sufrimientos incontables de generaciones anteriores a la esperanza de que el arte sea capaz de expresar las contradicciones sociales.
Para eso reivindica lo común, una posición antiliberal según los anarcocapitalistas, y la educación generalizada confiando en la dignidad de todos. Lo que implica abordar la paradoja entre la vida cotidiana y la selecta a la que parece conducir el arte con sus tendencias crípticas y simbólicas. Hay que convertir en hábito lo excepcional. Por eso, se invita a que el arte abandone la representación para ser constructor de imaginarios de emancipación. Así, se afirma que el diseño debe ir más allá de la mera propuesta de objetos bellos. En coherencia se afirma que la arquitectura misma es un acto político.
Todo a la búsqueda de nuevos imaginarios con capacidad performativa que eviten ser fagocitados por la écfrasis inversa de la Inteligencia Artificial Generativa –ese racimo de mariposas cibernéticas– con sus problemas asociados de propiedad intelectual, como ya ocurrió, en otro orden de cosas, con el pleito Cattelan-Druet. Y mil sutilezas más para ir convergiendo hacia la capacidad constructiva de las imágenes de una poesía del futuro eludiendo «el déficit estético del arte contemporáneo». Lo que se hace generando criterios éticos y epistémicos para juzgar el carácter crítico de una obra y, así, establecer estrategias de desorientación que disipen el lastre previo y propongan procesos creativos que abran el horizonte. De este modo, se podrá gestionar el cambio y hacer uso del pensamiento crítico, la cultura del proyecto, la metacognición y la capacidad comunicativa para un nuevo imaginario común. Así el arte podrá ser «un dispositivo para pensar»; una mezcla de producción (poiesis) y acción (praxis) que sitúe al arte en el umbral, en ese «entre», en esa frontera que separa o une el presente y el futuro.
FINAL
Estos libros son un auténtico semillero que activa el pensamiento y permite una mirada nueva y atenta sobre el arte. Un arte capaz de proporcionar, incluso desde la producción inconsciente del artista considerado como un sismógrafo del cambio, la base de una écfrasis que convierta el producto de la imaginación en conceptos generadores de acciones emancipatorias.


Ficha técnica
Título: Islarios de contemporaneidad II. El proyecto del mundo
Autor: Pedro Medina
Ilustraciones: Miguel Sánchez Lindo
Idioma: castellano
Editorial: CENDEAC, 2025
ISBN: 978-84-19052-58-2
CENDEAC
Islarios de contemporaneidad I. Anomia digital y crítica de perspectivas múltiples
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